paso con la vista camuflada entre dos lentes negros y paso, paso otra vez. entrecierro los ojos. porque así veo mejor, según leí en una novela. ¡ah, pero si había un ángel parado en la calle de la iglesia, calle iluminada, testigo de tantas trasnoches! ¡y quién va a saber más de nuestras trasnoches que la calle de la iglesia!
detenida la catedral por encima de las casas de dos plantas, exhibiendo con desdén sus luces azules que desde la cúpula descienden hasta formar un círculo pequeño, como una corona de pétalos de tulipanes sobre tu cabelera cuyo color ignoro, por la estupidez de mis anteojos de noche. regulo mi juicio con más rigor, y me creo un poco loco. yo te hacía tan lejos a vos.
pero entreveo tu sonrisa irónica entre la neblina de trasnoche y casi tomo tu mano, no podría decir que en efecto estoy tomando tu mano, porque no sé hasta qué punto no sos una alucinación. miro en derredor a la neblina y a las luces azules que giran sobre tu cabellera imperceptible como una corona de pétalos de tulipán, y pienso que quizás es sólo un sueño. tu laconismo* no se explica sino por rigor mortem porque vos nunca fuiste así de seria como te entreveo estúpidamente bajo las luces azules de la catedral.
los faros de la calle apostólicoromana tiemblan apenas y parpadean a veces, haciendo más imperceptible tu cabellera azul, ornamentada con luces de pétalos de coronas. y yo no lo puedo creer. tu sonrisa irónica se va distorsionando hasta estar igual que siempre, y pronunciás un par de palabras que yo no entiendo, pero que no me sorprenderían que fueran hostiles.
y hace frío como la última vez que te vi, cómo no. un frío enorme, un frío glacial, un frío que casi quisiera abrazar porque vos sos fría y siempre lo fuiste, un frío azul, entre llamaradas de pétalos de tulipán en las coronas de la iglesia, yo casi postrado en los confines de la cúpula viendo irte más allá del oscuro océano que también es glacial, enorme, imperceptible, azul. a tierras que no conozco. donde hay más cúpulas entre calles con faroles que parpadean.
tengo que irme, este sueño no lo aguanto. vos acá lacónica y yo, como un autómata, sacándome y poniéndome los opacos anteojos para ver si así te hacés un poco más verosímil. y jodida diosa debe ser tu amor de procedencia, que sabe fabricar sólo perfecciones, y vos venís acá a imitar nuestras imperfecciones, como si el conquistador se hubiera bajado de su caballo, con la fuerza y la autoridad de un tártaro condecorado por los metales del viejo continente, y despojándose de su emblema, lívido quizás por la estupidez que reconoce, se hubiera sentado junto a sus primos lejanos, sapiens también, pero desnudos y analfabetos.
así sos todavía cuando cruzás un océano de tulipanes azules, entre cúpulas que se destacan en la noche imperceptible de tu cabellera condecorada con metales del viejo continente, que giran como una corona de inverosimilidad. y tu absurda sonrisa irónica.
___________
* Laconismo: deriva del griego "lakoníkos", persona que pertenece a Laconia, región de Grecia cuya capital era Esparta. Los espartanos eran guerreros y disciplinados. También eran conocidos por la brevedad de sus palabras, valor que era característico de la educación espartana, en contraste con los filósofos de Atenas. Estando sitiados los pobladores de Laconia, los sitiadores mandaron un mensajero para demandar la rendición con la siguiente advertencia: "¿Están conscientes que de no rendirse cuando entremos destruiremos por completo su ciudad?" a lo que el comandante de Laconia contestó con un lacónico "sí". Desde entonces se usa el término lacónico para lo breve y conciso.
Otra versión sugiere que la advertencia enviada por los sitiadores rezaba "si ganamos esta guerra, serán esclavos para siempre". Advertencia a la que los lacónicos respondieron provocativamente y sin más "si ganas".
Una frase a efectos de ejemplo de laconismo muy recordada es la usada por Lady Di y su prometido Charles en una entrevista con la cadena inglesa de televisión BBC.
detenida la catedral por encima de las casas de dos plantas, exhibiendo con desdén sus luces azules que desde la cúpula descienden hasta formar un círculo pequeño, como una corona de pétalos de tulipanes sobre tu cabelera cuyo color ignoro, por la estupidez de mis anteojos de noche. regulo mi juicio con más rigor, y me creo un poco loco. yo te hacía tan lejos a vos.
pero entreveo tu sonrisa irónica entre la neblina de trasnoche y casi tomo tu mano, no podría decir que en efecto estoy tomando tu mano, porque no sé hasta qué punto no sos una alucinación. miro en derredor a la neblina y a las luces azules que giran sobre tu cabellera imperceptible como una corona de pétalos de tulipán, y pienso que quizás es sólo un sueño. tu laconismo* no se explica sino por rigor mortem porque vos nunca fuiste así de seria como te entreveo estúpidamente bajo las luces azules de la catedral.
los faros de la calle apostólicoromana tiemblan apenas y parpadean a veces, haciendo más imperceptible tu cabellera azul, ornamentada con luces de pétalos de coronas. y yo no lo puedo creer. tu sonrisa irónica se va distorsionando hasta estar igual que siempre, y pronunciás un par de palabras que yo no entiendo, pero que no me sorprenderían que fueran hostiles.
y hace frío como la última vez que te vi, cómo no. un frío enorme, un frío glacial, un frío que casi quisiera abrazar porque vos sos fría y siempre lo fuiste, un frío azul, entre llamaradas de pétalos de tulipán en las coronas de la iglesia, yo casi postrado en los confines de la cúpula viendo irte más allá del oscuro océano que también es glacial, enorme, imperceptible, azul. a tierras que no conozco. donde hay más cúpulas entre calles con faroles que parpadean.
tengo que irme, este sueño no lo aguanto. vos acá lacónica y yo, como un autómata, sacándome y poniéndome los opacos anteojos para ver si así te hacés un poco más verosímil. y jodida diosa debe ser tu amor de procedencia, que sabe fabricar sólo perfecciones, y vos venís acá a imitar nuestras imperfecciones, como si el conquistador se hubiera bajado de su caballo, con la fuerza y la autoridad de un tártaro condecorado por los metales del viejo continente, y despojándose de su emblema, lívido quizás por la estupidez que reconoce, se hubiera sentado junto a sus primos lejanos, sapiens también, pero desnudos y analfabetos.
así sos todavía cuando cruzás un océano de tulipanes azules, entre cúpulas que se destacan en la noche imperceptible de tu cabellera condecorada con metales del viejo continente, que giran como una corona de inverosimilidad. y tu absurda sonrisa irónica.
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* Laconismo: deriva del griego "lakoníkos", persona que pertenece a Laconia, región de Grecia cuya capital era Esparta. Los espartanos eran guerreros y disciplinados. También eran conocidos por la brevedad de sus palabras, valor que era característico de la educación espartana, en contraste con los filósofos de Atenas. Estando sitiados los pobladores de Laconia, los sitiadores mandaron un mensajero para demandar la rendición con la siguiente advertencia: "¿Están conscientes que de no rendirse cuando entremos destruiremos por completo su ciudad?" a lo que el comandante de Laconia contestó con un lacónico "sí". Desde entonces se usa el término lacónico para lo breve y conciso.
Otra versión sugiere que la advertencia enviada por los sitiadores rezaba "si ganamos esta guerra, serán esclavos para siempre". Advertencia a la que los lacónicos respondieron provocativamente y sin más "si ganas".
Una frase a efectos de ejemplo de laconismo muy recordada es la usada por Lady Di y su prometido Charles en una entrevista con la cadena inglesa de televisión BBC.